lunes, 30 de marzo de 2009

POLÍTICAMENTE CORRECTO. Publicado en DL

POLÍTICAMENTE CORRECTO

Ni ataques de nervios, ni alaridos, ni llantos estrepitosos. En la funeraria hay que aguantar. Qué es eso de ¡Hay Dios, te lo llevaste, que sola me he quedado, ay papá…! Nada, de nada. Lágrimas contenidas, algún sollozo o un abrazo y nada más. Después, el gran banquete. Mucha comida y un bar repleto de bebidas. Es lo políticamente correcto en un funeral americano. Se prepara con mucha anticipación. Por eso ya compré mi terrenito. Rodeado de grandes pinos, praderas, flores, y sobre todo al lado de un charro mexicano. Ya se lo dije, saldremos a cantar serenatas a estos vecinos aburridos.
Tampoco se permite gritar aunque te duelan las entrañas. Si lo haces, te miran como a un bicho raro. Fui al hospital para un análisis de sangre. En ayunas. Tengo terror a las jeringuillas, al dolor físico, a la sangre, aunque vivo dándome encontronazos con cuanta puerta, silla, mesa o ventana, se interpone en mi camino. Le dije al paramédico mi fobia. No me hizo caso. Su misión: sacarme sangre. Sentí la punzada, me empapó el sudor y el mundo desapareció. Cuando volví en mí, el pobre hombre había pasado de negro a verde tuna. Tres médicos, cinco enfermeras y unos curiosos se arremolinaban junto mí. De ahí en adelante he pasado a ser políticamente incorrecta. Lo que ellos no saben es que, en la casa, cuando me doy un golpe, grito a todo pulmón, digo malas palabras conocidas e inventadas y maldigo el objeto causante de mi desgracia.
Así son las cosas. No te salgas de la línea amarilla, por donde caminan los presos, para que el preboste no te caiga a macanazos. Vivir en USA tiene sus reglas que, aunque no escritas, son inviolables. No abraces a la vecina, no vaya a ser que te demande por acoso. Ni protestes en voz alta. La policía te lleva, a rastras y esposado, por alterar el orden público. Deja que le lleven, sin abrir la boca. Es lo correcto. No sé si políticamente. Por que los políticos, los de aquí y los de allá, son cosa aparte. Pero correcto, sí que lo es. Por lo menos te libra de unas cuantas patadas o de los choques eléctricos.
Cada sociedad tiene sus leyes, las escritas y las no escritas. Nosotros, los dominicanos somos muy permisivos. ¡Ay, mami, qué buena estás…! Acompañado de un suspiro mal intencionado, y no pasa nada. Vas a pagar el préstamo atrasado, te encuentras con que el abogado es tu primo y de uno llegas a cinco y tampoco pasa nada. Te comes luz roja, le das muela al AMET, por no decir una propina, y si te vi no me acuerdo. Por eso estamos cómo estamos. Pero aquí no. Las instituciones son lo que son, y para obedecerlas. Sin embargo, la vida, como una composición musical, tiene sus bemoles. A veces es bueno pasar por alto algunas cosas y otras no. Los dominicanos somos, ante todo, solidarios, y esa cualidad no la tiene cualquiera. Somos sobrevivientes de nosotros mismos. Eso no lo sabe ésta gente.
Para los gringos, somos políticamente incorrectos. Por eso, y muchas más, no nos entienden. Somos así y ojalá cambiemos para bien.


Ligia Minaya
Denver, Colorado

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