COMETAS EN EL CIELO
Es la novela que acabo de leer. Su autor Khaled Hosseini, nos cuenta de la conmovedora historia de dos niños, uno hazara y otro pastún y de sus dos padres, con el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales. Es la vida en Kabul durante el invierno de 1975, una ciudad confiada en su futuro e ignorante de lo que se avecina y los terribles sucesos que hasta hoy vienen padeciendo los milenarios pueblos que la habitan. Las competencias de cometa en invierno (de ahí parte la novela) era una tradición que fue aplastada por los soviéticos primero y luego por los talibanes que hasta llegaron a prohibir a las mujeres hablar en público. Es una novela de la que una no puede despegarse y se queda repasando, y al cabo de unos años la relee.
Según cuenta la historia, los afganos no son muy dados a cumplir órdenes pero sí a respetar las tradiciones. Son afables, cariñosos, compasivos, solidarios y con un alto concepto de la amistad. Hoy están regados por el mundo, huyendo de la guerra, a la espera de volver. Para ellos, robar el es peor pecado. Su concepto de robo es tan amplio que alcanza el homicidio ya que matar es robar el padre a unos hijos y el marido a la esposa, o lanzar una mentira puede es robar el honor a una persona. Con esta novela se aprende a conocer a esa gente que está tan lejos de nosotros y hoy padece un descalabro sin fin. Estados Unidos apoyó a los talibanes en contra de los soviéticos y les ha salido el tiro por la culata. Amir, el protagonista, va contando cómo era su vida de niño, lo que le hizo a su amigo de infancia y cómo esa miserableza le persigue, cómo tuvo que huir con su padre y los horrores que vio en esa huida. Vuelve, se encuentra con su pasado y con que la vida de los afganos ha cambiado para peor.
Con la salida de los soviéticos Afganistán creyó que volvía a la libertad. Apoyó a los suyos, pero se encontró con lo que se dice vulgarmente: No hay peor cuña que la del mismo palo. Los talibanes tomaron el Corán a su manera. Una interpretación egocéntrica y brutal. Nada dice el Corán de maltratar hasta la muerte a las mujeres, de que no vayan a la escuela, de que no trabajen fuera de sus casas, de burkas denigrantes para ellas y barbas asquerosas para ellos, de lapidaciones horrorosas. Preceptos que impusieron por la fuerza. Mejor así, es más fácil gobernar cuando a un pueblo sólo se le deja escuchar la voz del amo.
Khaled Hosseini no lo dice en su novela, pero la ignorancia que se tiene respecto a los afganos hace que el mundo los vea como si todos fueran talibanes, desconociendo que detrás de esos verdugos, y sobre ellos, hay un pueblo que sufre, acorralado por la pobreza, sin esperanzas, con un horizonte que depende de lo que dicen y hacen los países que hoy gobiernan el mundo con sus cumbres millonarias que llevan a ninguna parte. Ojalá no pase lo que en Palestina con Israel. Inshallah. Los conflictos no pasan así, por así. Nada es casualidad y menos lo que sucede en ese país. Recomiendo esta novela.
Ligia Minaya
Denver, Colorado
lunes, 30 de marzo de 2009
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