martes, 31 de marzo de 2009

DE ESCRITORES Y PUBLICAIONES

DE ESCRITORES Y PUBLICACIONES
Durante toda la vida, los escritores dominicanos, hemos tenido que pagar la publicación de nuestros propios libros. Ir de librería en librería a ponerlos en los anaqueles, y algún día cobrarlos, si es que no nos los devuelven ya gastados, sucios y olvidados. En resumen, eso es escribir en dominicano. Es cierto que de un tiempo a esta parte existen editoras extranjeras radicadas en el país que han publicado algunos de nuestros buenos libros. No tantos como quisiéramos. Eso no alivia el doloroso proceso de escribir y publicar. El ámbito de estas editoriales varía de país a país. Traspasar las fronteras de la isla es una hazaña. Quizás haya que alzar más lo nuestro y no andar con tanto extranjerismo literario.
Tal vez ganar un concurso internacional nos salve y nos instale al alcance de otras manos, de otros lectores, de otros ojos. Por eso hay quien manda relatos y poemas de aquí para allá, con la esperanza de ser publicado en otras latitudes y ganar unos euros. Pero esta ilusión se desvanece cuando el concurso, en especial en las grandes editoras, no se hace en un ambiente puramente literario, sino en el que median los agentes, nombres ya conocidos y los dueños del negocio. Cuentan que muchas de esas “señoras editoras” llaman a un autor o autora ya reconocido y le dicen que escriban una novela para tal o cual premio. Entonces, de las miles que reciben sacan cinco o seis, al azar, y la presentan al jurado como una preselección. Por supuesto, la que gana es la del reconocido. Las demás son meros bultos.
Otros autores optan por peregrinar, por mandar sus manuscritos a cuanta editorial exista. Si hay suerte, el consejo editorial los lee. En muchos casos, los más, van a parar a la basura tan pronto llegan a la puerta. No es que el escritor sea malo, ni que a su obra le falte algo, es que al parecer se necesita de la suerte, como por ejemplo, que alguien, en una aburrida tarde de lluvia, se lea tu novela y que sabiendo que es buena, aún seas un desconocido, salga corriendo y la publique. Lo doloroso es la espera, más que la respuesta de rechazo. En otras, una buena novela es rechazada una y otra vez. Ahí está García Márquez y sus Cien Años de Soledad, que anduvo de mano en mano hasta que la visión divina de Carmen Barcell la llevó a lo más alto. De eso hace méritos el gusto del quien la lee. Hay quién dice que no le gustó por mala, lo cual es válido, y otros dicen que es mala porque no le gustó, lo cual es inválido también. Nadie es monedita de oro para gustar a todo el mundo.
El escritor debe saber que su oficio está bordado de soledades. Soledad al escribir, soledad al corregir, soledad al repasar, y que el mercado tiene sus reglas. Que un rechazo no constituye un fracaso. Ser autor dominicano tiene sus méritos, aunque algunos no lo crean. Tampoco hay que escribir y publicar año tras año. Las editoras extranjeras están ahí. Tiempo al tiempo, y si no, a seguir pagando de nuestro propio bolsillo, y amén y amén, que Dios dirá.

Ligia Minaya
Denver, Colorado
Publicado en Diario Libre.

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