viernes, 17 de abril de 2009

EL ÚLTIMO BOLERO QUE BAILE CONTIGO
Ligia Minaya

Abanicando el pañuelo a la puerta de la casa, mientras el carro se perdía en la curva del camino, me quedé con una lágrima en flor que no se atrevió a caer. Esteban se había ido. En la penumbra del cuarto quedó la voz que, armoniosa y distante, desde el tocadiscos me decía:
“Abrázame así, que esta noche yo quiero sentir, de tu pecho el inquieto latir, cuando estás a mi lado. Abrázame así, que en la vida no hay nada mejor que decirle que sí al corazón cuando pide cariño...
He tenido tres esposos, varios maridos, muchos amantes, amigos de siempre y furtivos, algunos dejaron una huella perfumada que saco del baúl de los recuerdos cuando en soledad me amenazan los fantasmas. Otros, los menos, de los que sólo guardo “un último dolor llamado olvido”, no les recuerdo ni en los momentos más ingratos. Hubo uno que, caray, se me olvidó su nombre, y sin embargo dejó en mí la hierba mala de un instante y con el amparo del tiempo, con infinita paciencia e inmensidad de llanto, he logrado arrancar de mi memoria.
Con Esteban aprendí que el siempre que creemos eternidad puede ser un breve instante, que la eternidad es un intenso y estremecido andar de enamoradas manos y un juramento, el gemido de unas bocas en el momento de un beso prolongado y supremo el beso que abre espacios de luces, o simplemente el silencio apacible de un después. Por él aprendí la espera y la impaciencia, a retener el paso ligero y la palabra inmediata, el caminar tranquilo y la voz sonora. En él supe del deseo que arrebata la cordura, arrastra la sensatez y nos rescata del vacío. Me enseñó el amor de cada día con la sensación ineludible de llegar a la cima y descender en la vorágine del después a corto plazo. Con Esteban fui yo misma, y otra, y volví a mi misma, y me repartí conmigo misma y con esa otra que a veces soy yo y esas otras que también soy yo y son para mí desconocidas. No lo dijo, es que lo intuí, como se intuye el ahora y el adiós, como se aprende a querer y como se deja de amar.
Pero Esteban se fue.
Se fue deprisa. Con la prisa que persigue la sombra a una misma. Con tanta prisa se fue que dejó sobre mi cama, no sólo su calor, la corbata de azul, los calzoncillos verdes, un par de zapatos de gastadas suelas, la camisa recién planchada y desteñida, el cepillo de dientes, un champú anticaspa a medio consumir y varios libros de economía con anotaciones al margen. Lo peor de todo es que me dejó a mí. Y me dejó tan sola. Sola con un perro lanudo y asqueroso que se quejaba a cada rato por la ausencia de su amo. Tardé tres días con sus noches en volver a sentir gusto por la vida.
El último bolero que bailamos, nos transportó a espacio de cuerpos abrazados, de brazos, piernas y caderas que se mueven con ritmo acompasado y el frenesí de un hombre y una mujer con ropas esparcidas por el suelo, besos, caricias y gemidos; mientras en el techo, la luna del espejo, nos retrataba en la conmoción de cataclismos y de jadeos, que nos robó la fuerza. En el encaje de las cortinas quedó su aliento confundido con el mío, el cual lavé entre espumas y jabones, con detergente, y yambién al perro que regalé a mi vecino.
Esteban había sido mi novio de siempre. Se marchó en busca de una mejor vida. No volví a verle hasta que una tarde lluviosa, de esas en que el agua canta su canción eterna sobre los tejados, se presentó empapado. Sin preguntas nos amamos de inmediato. Fueron meses de luz y destellos de mil fuegos. Gozamos cada instante como si fuera el primero y el último. En la cocina, en el baño, sobre la mesa y debajo de las sábanas, sobre ellas, con la ventana abierta y la puerta entornada. Disfrutamos de arrebatos, recreé su cuerpo con en el mío y paladeé con fruición su boca y cada espacio por el que anduvieron sus manos y las mías, y mi boca y la suya. Tarde o temprano se iría. Lo sabía yo, no él que me juraba amor eterno. ¡Si otros se habían ido...!
Hasta que llegó aquella carta, él no supo que tendría que marcharse. No fue preciso abrir el sobre. Por la letra diminuta, como hormiguitas en busca de refugio, supe que una mujer le reclamaba. Pareció no inmutarse. La hizo pedazos y continuó a mi lado. No hubo cambio de horarios, ni el sabor de los besos fue alterado, ni su cuerpo dejó de corresponder al mío, ni en sus manos se detuvieron las caricias. Sólo yo sabía el día y la hora de su partida. Él no se dio cuenta hasta bailamos el último bolero.
Y se fue Esteban. Para él fue el último. No para mí, que espero a otro Esteban para seguir bailando.

canibalismo femenino

CANIBALISMO FEMENINO
La actitud negativa de muchas mujeres contra otras mujeres hace tanto daño como el machismo en sí mismo, y a veces más, porque las mujeres casi siempre tenemos cierta previsión sobre los insultos, golpes, palabras denigrantes que nos puede hacer un hombre, y cuando lo hace, también algunas veces, logramos separarnos a tiempo y poner a distancia el dolor, salvo en casos de muerte, por supuesto. Pero cuando una mujer nos traiciona, cuando se pone de parte del hombre maltratador, se nos forma un nudo de dolor difícil de desatar. Todas, sin excepción hemos padecido el canibalismo femenino. Y yo pregunto ¿Se casaría usted con un hombre que ha matado a su mujer? Muchas lo hacen, y lo peor es que buscan explicaciones y razones a esa conducta. Cantidad de veces he oído mujeres hablar en contra de otras, sin saber a fondo lo sucedido. Argumentan que el marido la dejó por gorda, que la otra es más bonita y joven, que lo que pasa es que ella no lo entendía.
Y aquí vienen mil preguntas: ¿Está ese hombre que abandonó o mató a su mujer en mejores condiciones físicas que ella o por el contrario, como casi siempre sucede, está calvo, barrigón, con problemas en la próstata, cuántos dientes le faltan, actúa bien en la cama? La mayoría de las veces: No. Pero da igual, hay mujeres que en su canibalismo no ven la realidad. Saben que ha maltratado física y moralmente a una mujer y aún así se enredan con el creyendo que pueden cambiarlo a algo mejor. Pero no es así, ninguna mujer cambia a un maltratador. El maltrato lo traen muy adentro, algo así como una frustración, un deseo de venganza. Si una mujer es infiel ¿Por algo será? ¿No? Una mujer satisfecha tanto en la cama como en su vida de pareja, difícilmente le es infiel a su compañero ¿Cuántas veces lo ha sido el hombre? Infinidad de veces, pero basta que una mujer pose su mirada en otro hombre para que la infidelidad caiga sobre ella.
Hasta que no acabemos con ese canibalismo, el machismo permanecerá intacto, es más, irá en aumento. Aquí tenemos carta abierta las madres. Si no se enseña a los hijos a cooperar con las tareas de la casa, sino se le hace ver que cualquier mujer, sin discriminación, sea cual sea su posición o su actitud, merece igual respeto, estaremos fomentando el más cruel de los machismos. Hasta ahora miles de mujeres han muerto por esa actitud masculina. Pero… ¿y cuándo es una mujer la que pone en vilo la integridad de otra por algo así como ir diciendo por ahí que esa otra es una tal y una cual?
Todo esto sin echar a un lado la conducta femenina. Las mujeres, por los siglos de los siglos hemos cargado con la peor parte y, aún con las leyes que dicen de igualdad, tenemos que cuidarnos. La mentalidad machista no ha cambiado al mismo ritmo que hemos cambiado las mujeres. Desde tiempos de nuestras abuelas existían mujeres que se saltaban las normas “morales” de su tiempo, pero una cosa era hacerlo con discreción y otra muy distinta es provocar, decir a gritos en periódicos y revistas lo que hacemos, y no está mal hacer lo que a una le da la gana, que para eso hemos luchado, a lo que me refiero es a ese tipo de esclavitud impuesto por “lo que le gusta a los hombres”. La coquetería es parte de la feminidad, pero porqué hacer lo que ellos quieren y no lo que nosotras queremos y nos complace. Muchas llegan al extremo, para complacer a su hombre, de dejarse hacer un vídeo en posiciones non santas, es decir, haciendo el acto sexual, masturbándose, insinuándose provocativamente, y entonces, cuando se termina la relación y el hombre pone el vídeo en Internet, lloran, maldicen el momento en que se dejaron llevar y ponen el grito al cielo, pero ya es tarde.
Pero volviendo al canibalismo femenino, se me antoja hacer una pregunta estúpida. ¿Te gustaría que tu hombre te dejara por una más joven y con las tetas de silicona? ¿Verdad que no? Pero cuando eso le pasa a otra, entonces la cosa es distinta. En fin, que después de tantos años de feminismo no hemos aprendido a ser solidarias. Y ni hablar de las que eligen a otra mujer como pareja. Hablan, dicen que no pasa nada, pero cuando la hija se descubre lesbiana, se rasgan las vestiduras y reniegan de la muchacha. Me incluyo, como un gesto solidario. No tengo hijas, pero he visto la actitud trágica de muchas cuando la hija sale del armario. Por favor, pensemos como mujeres, primero como mujeres, siempre como mujeres, y nos saldrá más cómodo, más barato y más saludable.
Ligia Minaya
2 de mayo 2009
Publicado en Diario Libre

sábado, 4 de abril de 2009

NO SON COMO NOSOTROS

NO SON COMO NOSOTROS
Cuando llegué a vivir a Estados Unidos era enero y Denver con sus calles iluminadas, la nieve bordando las ramas secas de los árboles, los pesados abrigos calentando los cuerpos, parecía una postal de Navidad. La alegría que se ve el los comerciales de la televisión, sólo estaba ahí, no en el vecindario, que parecía silencioso igual que siempre. Nadie en la calle después que se ocultaba el sol, porque Denver es soleado, aún con nieve. En los años que llevo aquí he aprendido poco a poco cómo son y cómo piensan los norteamericanos. En apariencia son como nosotros. Usamos los mismos jeans, tomamos Coca-Cola, usamos los mismos aparatos, cantamos sus canciones, y hasta hablamos su idioma.
Aún así, he constatado lo poco que saben de nosotros. Cuando me oyen hablar español me preguntan si soy mexicana. No, dominicana. Entre Cuba y puerto Rico, una isla compartida con Haití. Conocen más de Haití que de nosotros. No sé por qué, quizás porque hay tropas norteamericanas allí, por la pobreza, qué sé yo. República Dominicana les suena por Sammy Sosa, Pedro Martínez y otros peloteros de Grandes Ligas; a otros, por las playas Bávaro o Punta Cana, pero cuando le digo que tenemos un el mejor Teatro Nacional de toda el área del Caribe, con temporadas de ópera, de teatro, de música clásica, se sienten perdidos. Estar al día en USA, es muy complicado. Es difícil que conozcan algo más allá de sus fronteras. No todos son así, pero casi todos responden a ese esquema. En otro aspecto, la verdad, es que son amables, dan los buenos días, sonríen, y te invitan en Thanksgiving y en Easter Sunday.
Las citas de negocios o con amigos se hacen con uno o dos meses de anticipación. Una agenda para los negocios y otra para la vida social. Pero no pases más de dos horas en un almuerzo o una cena, está mal visto, como mal visto está entablar una discusión. El norteamericano no discute. Si no está de acuerdo, guarda un silencio embarazoso o te sonríe amablemente. Eso de ser revolucionario, de izquierdas, tampoco. A lo más, ser liberal. Ni gritos, ni mencionarse la madre, ni de malas palabras, ni discusiones de política, y de religión, jamás. Quizás no expresar opiniones es la manera de soportarse sin matarse, como hacemos nosotros. Hace 150 años, USA era la mitad salvaje e inexplorada, y tal vez de esa manera, sin discusiones profundas, de esas que ofenden y le sacan los trapos al sol a cualquiera, han conseguido ser el primer país del mundo. Sin embargo, en tiempos de elecciones, unos y otros, a través de los periódicos o de sus voceros, sacan a relucir los pequeños detalles, que si una vez cuando era joven fumó marihuana, que si la mujer compra ropa muy cara o es alcohólica, que de esas hay muchas, pero frente a frente, nada que pueda disgustar al contrario y mucho menos que se preste a una demanda. Que esa es otra. Aquí se demanda por cualquier cosa, que si el médico recetó algo que produjo alergia, que si en la cirugía apareció algo más de lo previsto y el doctor cortó por lo sano para evitar mayores complicaciones, como sucedió con la madre de un amigo, que al operarla de un quiste en un seno apareció otro y el médicos no se atrevió a extirparlo hasta que no obtuvo el permiso de la familia. Y así, se puede morir una de una simpleza por los médicos de aquí temen a una demanda. Miles de demandas se tramitan sin ningún asomo de verdad. Como aquella que interpuso una señora porque el café que le sirvieron en McDonald estaba muy caliente y le quemó la lengua. Desde entonces en McDonald y en cualquier otro lugar te sirven el café son una cinta que te señala la precaución que hay que tener para no quemarse la lengua. La señora, en conclusión, obtuvo una buena indemnización.
Pero a pesar de ellos, el mundo se define aunque no expreses opiniones a favor o en contra. Quizás todo responda a un tópico, sin embargo estudios universitarios dicen que la mayoría responde al esquema. Que no saben mucho de lo que ocurre fuera de sus fronteras, que supieron dónde estaba Vietnam, Irak, Pakistán o Irán, por las guerras, y que si le preguntas de algún país de Latinoamérica pueden llegar a responder Camboya. El mundo exterior no existe. Quizás sea así porque lo tienen todo. O por lo menos, mucho de lo que a nosotros nos falta. Lo correcto es tener una casa, dos hijos, uno o dos carros, Uno o dos perros o uno o dos gatos, un empleo fijo, vacaciones por dos semanas, preferiblemente a Cancún, una ex mujer o un ex marido y que los niños se repartan los fines de semana. Y que durante el divorcio sean los abogados los que hablen en la Corte. Sé que USA es un país enorme de tamaño, que entre un Estado y otro te puede llevar diez horas, pero ni los años que llevo viendo aquí, ni los viajes que hice antes, son suficientes para conocerlo todo. Pero aún así, no deja de sorprenderme las diferencias. Son tan diferentes al resto del mundo, no sólo a nosotros los hispanos, que por no parecerse a nadie, no se parecen ni a ellos mismos entre sí.
Ligia Minaya
Denver, Colorado

viernes, 3 de abril de 2009

COMIENZA LA DANZA.

COMIENZA LA DANZA
El proceso de despertar, de emerger, es una danza maravillosa, un movimiento hacia la plenitud y el júbilo, que se acompaña con una música de fondo permanente; de manera que, a medida que vas oyendo la melodía, el movimiento se irá haciendo más suave y armonioso.
El primer paso es querer llamar a las cosas por su nombre: identificar con claridad dónde estás y cuáles son tus problemas. En segundo lugar, aceptar que lo que eres y lo que has hecho hasta el momento está bien. Tercer punto: ábrete a todas las posibilidades, a tu potencial y al poder que tienes. La danza conlleva muchos cambios de ánimo porque eres compleja, complicada y sensible, pero te hará volver a tu corazón, a tu hogar interno, desde donde por fin podrás afirmar la plena soberanía de tu autoridad interna, de tu maestría. Muévete a tu propia velocidad, a tu propio ritmo. Quizás quieras dejar algunos pasos para más adelante… de cualquier forma, estarán disponibles para ti cuando tú estés preparada para darlo.
Todas sabemos que en nuestro interior existen aspectos que nos dan miedo, de hecho tememos que aparezcan cuando menos los deseamos. Como mujeres, podemos optar o elegir; es como descubrir que contamos con una bellísima paleta de colores y tenemos la posibilidad de seleccionar un color o combinación de colores que resulten apropiados para una circunstancia o situación determinada. Con demasiada frecuencia pintamos el lienzo de nuestra propia vida con unos pocos colores que nos resultan familiares y seguros, cuando en realidad existen infinidad de matices, texturas y tonalidades. ¡Nos ponemos límites cuando podríamos crear una obra de arte.
Tómate unos minutos para examinar la última semana de tu vida. Piensa en tus esquemas, en tus estados de ánimo, charla contigo misma ¿Le recomendarías a una amiga que viviese cómo tú lo has hecho? ¿O la tratarías del mismo modo en que lo haces contigo?
Concéntrate un momento y piensa en las personas que admiras y aprecias ¿Cómo le darías la bienvenida? ¿Qué harías para hacerla sentir a gusto, apreciada y estimada? Ahora, piensa y compara con el modo en que te tratas a ti misma.
Respira hondo, una y otra vez, y otra, y otra más, y piensa en lo que te gusta de ti misma y en lo que quieres cambiar. Entonces, comienza a danzar a través de todo, y finalmente por encima de todo. Dancemos juntas, con el corazón abierto.
(Extraído del libro: El despertar de la mujer consciente. Autora: Mary Elizabeth Marlow. Editora Gaia)

EL DESPERTAR DE LA MUJER CONSCIENTE

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EL DESPERTAR DE LA MUJER CONSCIENTE
(Introducción del libro. Autora: Mary Elizabeth Marlow.
El proceso de emerger como mujer es una exquisita danza: nos expandimos, nos ampliamos, nos expresamos, nos movemos… a veces audazmente, otras con timidez, en ocasiones armoniosamente, a veces con torpeza. Avanzamos un paso, retrocedemos otro. Inseguras, escuchamos en silencio para sentir una vez más nuestro ritmo, para saber cuándo danzar, e incluso si debemos hacerlo. Saltamos de alegría, nos encogemos de dolor… pero seguimos danzando. Con el tiempo lo abrazamos todo, y danzamos con lo que la vida nos trae.
Este libro es la danza de las mujeres que se abren a la inmensa profundidad, poder y fuerza de ser mujer; que se mueven con y a través de sus debilidades, sus fuerzas, sus desafíos, sus derrotas, sus victorias y sus éxitos; que van conociéndose y aceptándose a sí mismas; que descubren la alegría de ser mujer.
En él va a encontrar historias de mujeres mayores, jóvenes, ricas, pobres, blancas, negras, cultas, ignorantes, enfermas, sanas, americanas, europeas… vivencias reales y de mujeres reales. Cada capítulo corresponde a un determinado paso esencial, a una iniciación, en el proceso de despertar, de emerger como mujeres totales y conscientes. Se trata de pasos paulatinos y graduales, por lo que cada uno se muestra a través de una o más experiencias auténticas que te permitirán contrastar o validar tu propio progreso. Puede ocurrir que tu experiencia no coincida cronológicamente con la secuencia que presento, sin embargo, estoy segura de que te sentirás identificada con los desafíos inherentes a las distintas iniciaciones.
Por otra parte, como este libro está diseñado para que pueda utilizarse tanto individualmente como con la participación de amigas cercanas o en grupo de trabajo, podrás elegir entre hacer tu viaje de forma privada o compartida.
Es hora de hacer vivo en nosotras el espíritu femenino y de atreverse a dejar que guie nuestra danza.
¡Ojalá que disfrutes de tu aventura como mujer! ¡Ojalá que dances con todo y con todas!
(EL DESPERTAR DE LA MUJER CONSCIENTE. El ilimitado poder creador del espíritu femenino. Autora: MARY ELIZABETH MARLOW)

jueves, 2 de abril de 2009

LA FURIA FEMENINA

LA FURIA FEMENINA
“Cuando una mujer se da cuenta de la existencia de su furia, descubre que en realidad posee una herramienta sumamente poderosa que puede emplear y canalizar creativamente en su propio beneficio”
“… la furia femenina es un estanque fundido en el núcleo de mi ser, mi secreto más ferozmente guardado. Sé cuánto de mi vida, como mujer de poderosos sentimientos, está entrelazado en esta red de furia. Es un hilo eléctrico tejido en cada tapiz de mi mundo emocional sobre el que establezco los fundamentos de mi vida: aguas termales hirvientes a punto de entrar en erupción en cualquier momento, saltando de mi conciencia como un fuego en el paisaje. Entrenar esta furia con precisión, más que negarla, ha sido una de las tareas más importantes de mi vida” – Audre Lorde, sister outsider.
La furia es un instinto básico que compartimos todos. Estimula la producción de adrenalina, una sustancia natural que utiliza el cuerpo para defenderse de cualquier ataque a su integridad. La furia es una emoción que ninguna mujer puede controlar. Lo que sí se puede aprender es a controlar su conducta. La furia es la liberación física de una emoción, el comienzo de un proceso a través del cual una mujer puede corregir un equívoco, hacerse cargo de sí misma y transformar esa arma letal en un instrumento de poder.
A principios del siglo XIII, a.C., los helenos conquistaron Grecia y destruyeron los santuarios donde se adoraba a las diosas, arrancando las máscaras de las sacerdotisas y reemplazando los poderes femeninos por dioses y héroes masculinos. Más tarde, en los mitos, los griegos presentaron este momento de triunfo masculino sobre los poderes femeninos en la imagen de Perseo sosteniendo la cabeza cortada de Medusa. Siglos después, Medusa está de vuelta, y su furia está presente en la cultura predominante. Las mujeres, entrenadas desde la infancia para ser buenas, están habituadas a enmascarar su furia, en muchas ocasiones detrás de enfermedades mentales y ataques de pánico. Se puede disfrazar de manipulación, conducta agresiva-pasiva, fatiga crónica, control o amenaza de suicidio. La mujer enfurecida incluso puede mostrar una eterna sonrisa o desarrollar una estrategia para contentar al mundo menos a sí misma.



EL NACIMIENTO DE LA FURIA FEMENINA
Medusa era la doncella más amada de Atenea, sus trenzas doradas capturaban la luz del sol y coronaban la excepcional belleza de su rostro. Era la nieta de Gaia, dios de la Tierra. Muchos jóvenes esperanzados la pretendían. Pero ella se andaba con mucho cuidado. Y cuando el dios Poseidón la quiso, también a él lo rechazó. Algunos cuentan que se presentó ante ella como un vigoroso semental y transformándola en una yegua se la llevó a la gruta sagrada de Atenea. Otros hablan simplemente de la violación de una doncella por un dios implacable, en el templo de una diosa.
La historia de Medusa comienza donde empiezan todas las historias de mujeres: cuando son encantadoras, jóvenes e inocentes. Primero: Poseidón lleva un disfraz. Es la historia de muchas mujeres que se topan con el príncipe por fuera y el monstruo por dentro. Segundo: Poseidón era encantador. Muchas mujeres, como Medusa, son presa fácil del halago y las manipulaciones de un hombre. Una mujer se enfurece cuando su inocencia se ve traicionada con un evento traumático que debilite paulatinamente la realidad de sus percepciones y altere sus expectativas sobre el mundo. Junto con la furia puede aparecer el miedo y la rabia. ¿Dónde están las raíces de la furia femenina y cuándo aparece por primera vez en la vida de una mujer? Los psicólogos dicen que la furia femenina aparece por primera vez cuando una niña se vuelve consciente de sí misma y se percibe distinta a su madre, normalmente alrededor de los dos o tres años. No es una reacción aprendida, más bien es una “experiencia” que surge ante eventos desagradables y que produce dolor. La furia es un instinto básico, inscrito profundamente en el programa genético.

LAS MEDUSAS MODERNAS.
En su desolada isla, Medusa, después de haber sido expulsada del templo por la misma Atenea que la considera violadora de las normas, se rodea de cadáveres de hombre petrificados que ella misma mató con su mirada. Las únicas criaturas que hay en milla a la redonda son las horrorosas gorgonas, Esteno, Euríale y Escila, con un solo ojos que se reparten entre las tres. Perseo les roba el ojo y se lo devuelve con la condición de que le descubran el escondite de Medusa. No puede verla a la cara y emplea un espejo donde se refleja su cara y ella enloquecida por su propia fealdad, pierde la calma y él aprovecha para cortarle la cabeza.
Las mujeres tienden a pensar que la expresión de su furia es una amenaza, que a través del enfado y la rabia se establece un estado de soledad parecida a la fealdad de Medusa. Las que reprimen su furia, no hablando de ella, no pueden impedir que se refleje en sus caras y en sus cuerpos, en sus cejas arrugadas, en la mandíbula contraída o en una sonrisa hipócrita. La transformación en Medusa puede ocurrir cuando la apariencia de una mujer se distorsiona debido a la angustia. “No se recuperará de su rabia, hasta que los rayos de su furia derriben a alguien por los suelos”. Eurípides-Medea
Aunque el movimiento de la mujer avanza, también lo hace la reacción violenta femenina.
Del mismo modo que Medusa se retira del mundo, la furia femenina puede sumergirse o enterrarse bajo un subterfugio mental o físico. Las mujeres utilizan medidas extremas para ocultar su furia. Otro tipo de personalidad enfurecida es la buscadora de atenciones. Vivarachas y dramáticas intentan siempre a llamar la atención de los demás. Son mujeres que hacen amigos rápidamente, pero una vez instalada la relación, su demanda de atención puede ser interminable. Cuando no son el alma de la fiesta pueden hacer que el foco se vuelva a ella a través de ataques de histeria o berrinches. Otras tantas deciden destruirse a sí misma. Alguna, cual Medea, cuando el marido las abandona, planean una venganza que puede ir desde el asesinato de los hijos, del esposo o de la mujer por la cual la dejaron.

LA MEDUSA QUE HAY EN CADA MUJER
Los fluidos mágicos de Medusa están en la venas de toda mujer. La amargura y el anhelo de venganza son respuestas naturales a las traiciones, particularmente cuando se pierde la inocencia y se siente que el universo se tambalea. Pero si una mujer insiste en apegarse a su furia, ésta se convierte en un veneno que circula por las venas, pero si la transforma en creatividad, en valentía, puede seguir viviendo aun cuando no olvide el horror de lo vivido.
Lo peor que le pudo pasar a Medusa fue que Atenea presenció la violación y transformó su enojo acusándola de haberla provocado con su belleza, y quizás con su ingenua coquetería. Entonces, transformó sus delicadas manos en garras de bronce, sus dientes en colmillos, sus cabellos en serpenteantes víboras y una larga lengua le lamía el mentón.
Y eso es lo más terrible que le puede suceder a una mujer. Esa desgarradora guerra de mujer contra mujer, donde una inventa mentiras, ignominias, acusaciones falsas, algo tan feroz como el machismo más brutal. Esto último lo digo yo, Ligia Minaya.
Del libro LA FURIA FEMENINA. AUTORAS: MARY VALENTIS Y ANNE DEVANE. (Editorial Gaia)



LAS DIOSAS QUE HAY EN CADA MUJER.

L AS DIOSAS QUE HAY EN CADA MUJER.
¿Por qué algunas mujeres valoran, ante todo, el matrimonio, la familia, mientras que otras atribuyen más importancia a la independencia y a su propia realización? ¿Por qué la misma mujer se comporta, según su entorno, como introvertida o extrovertida? Esas y muchas otras preguntas reciben respuestas en el libro de Jean Shinoda Bolen: LAS DIOSAS QUE HAY EN CADA MUJER. Ahí se explica que cuando una mujer comprende sus propios patrones internos puede llegar a superar una serie de dicotomías restrictivas, tales como: masculino/femenino, madre/amante, profesional/ama de casa, etc.
Estos patrones internos toman la forma de las siete diosas arquetípicas que son otros tantos tipos de personalidad. El libro persigue que cada mujer se identifique con sus diosas dominantes, que van desde la autónoma Artemisa o Diana diosa de la caza y de la Luna, la fría Atenea, diosa de la sabiduría y la artesanía a la que los romanos llamaron Minerva; hasta la nutritiva Deméter o Ceres, diosa de las cosecha, y la creativa Afrodita o Venus, pasando por Hestia (Vesta), diosa del matrimonio y el hogar, o Perséfone, reina del mundo subterráneo. Proserpina o Perséfone, doncella y reina del mundo subterráneo. Hestia (Vesta), prototipo de la mujer paciente. Las diosas que hay en cada mujer, es una guía para que las mujeres describan sus misterios, y para todos los hombres enamorados de una mujer.
Me gustaría invitar a mis lectoras y lectores a leer este libro. Así descubrirán el porqué muchas mujeres que son amas de casa tienen en su interior una bailarina, una mujer de mundo, o la que es esposa fiel sueña con ser la amante de un tipo poco confiable. En uno de mis escritos decía que las mujeres tenemos múltiples facetas. Y se preguntarán ¿Cómo pueden las diosas mitológicas de un pasado patriarcal ayudarnos a analizar nuestra realidad actual o a alcanzar un futuro igualitario? Es que estos siete arquetipos al ser examinados y combinados de diferentes manera (cada quién sabrá cómo hacerlo) tienen infinidad de variantes, y nos llevan más allá de la simplicidad y dicotomía de virgen/puta y madre/amante que existen en el patriarcado.
Como mínimo, estas diosas constituyen un útil recordatorio para describir y analizar muchos rasgos del comportamiento femenino. Como máximo, son vías para construir visiones, invocando así las fuerzas necesarias y cualidades dentro de nosotras. Por ejemplo, cuando añore oír música romántica, escribir poemas o soñar, tal vez Afrodita te pueda ayudar. O cuando quieras estar en estado de contemplación y retirarte de la cotidianidad, Hestia pueda guiarte, o Artemisa puede entrar en tu vida cuanto tenga conflictos consigo misma. Ahora que vamos camino a conseguir la igualdad, dioses y diosas pueden llegar a ser la misma cosa. Porque como contraparte hay un libro de la misma autora que se titula: LOS DIOSES QUE HAY EN CADA HOMBRE. El cual es bueno para conocer a cada hombre enamorado y para el hombre conocer su realidad.
Toda mujer tiene un papel fundamental en el desarrollo de la historia de su propia vida. Fuerzas poderosas influyen en lo que hacen, cómo lo hacen y cómo sienten, y para conocer ese papel tienen que tomar opciones conscientes y responsables. En la Grecia antigua, las mujeres sabían que su vocación o su función en la vida las situaba bajo el dominio de una diosa concreta, a la cual veneraban: Las tejedoras necesitan el patrocinio de Atenea, las casadas veneraban a Hera, las que daban a luz a Artemisa. Dentro de las mujeres contemporáneas, las diosas existen. Poe ejemplo, durante la adolescencia, una mujer puede haber estado loca por los chicos, puede que haya tenido relaciones sexuales a temprana edad y haber corrido el riesgo de embarazos no deseados, sin saber que estaba bajo la influencia de Afrodita, la diosa del Amor, cuyo impulso hacia la unión y la procreación puede coger desprevenida a una joven inmadura.
O puede estar bajo la protección de Artemisa, que valoraba el celibato y adoraba la vida natural. O quizás haya sido una joven Atenea, con la nariz metida en los libros o participando en cursos de conocimiento. O desde que jugaba con muñecas estaba al amparo de la diosa Deméter. O quizás fuera una Perséfone cogiendo flores en el prado, sin metas definidas.
Una mujer puede atravesar muchas fases en su vida. Cada etapa de la vida puede tener su propia diosa o diosas más influyentes. O pasar toda la vida con el mismo patrón de diosa a lo largo de sucesivas etapas. La mitad de la vida es una época de transición que suele marcar el comienzo de un cambio de diosa. ¿Descubrirá la viuda que, con una Atenea latente, es capaz de manejar inversiones? ¿Se ha convertido la soledad no deseada en un cómodo retiro interno, porque Hestia ronda en nuestras vidas? O ¿se ha vuelto ahora la vida vacía y sin sentido, porque Deméter no tiene a nadie a quien cuidar y nutrir? Como cualquier otra etapa de la vida, el resultado para cada mujer depende de la diosa que sea activada en la psiquis, las realidades de su situación y las elecciones que haga.
(Datos tomados del libro Las Diosas que hay en cada mujer, de la escritora y psiquiatra Jean Shinoda Bolen. Editora Kairós.)