miércoles, 10 de junio de 2009

UN PASEO EN BICICLETA
Freddy Reyes ha escrito un libro en el que cuenta sus recuerdos de infancia en San Pedro de Macorís, como también los episodios de su primera juventud, incluyendo sus primeras experiencias sexuales, la persecución política de su padre, cómo se manejaba la vida de los ciudadanos de ese tiempo, y también cómo le afectó el divorcio de sus padres. Eso y mucho más contado de manera amena y hasta irónica hacen del libro es una gozada.
Mucha gente quiere escribir y se frena porque piensa que para hacerlo debe tener estudios previos, habilidades extraordinarias o haber participado en talleres de literatura. El Paseo, como se titula el libro, nos demuestra lo contrario, y cómo de forma ágil, escribiendo según nos dicta el corazón se logra, como lo ha logrado Freddy Reyes, atraparnos y envolvernos en lo que fue su vida en ese San Pedro de Macorís esplendoroso, cuna de poetas magistrales y hoy de peloteros de gran fama. Algo que todo petromacorisano debe leer. Ahí está La Arena, con sus putas y chulos, la cual yo conocí a fondo cuando fui Fiscal en ese pueblo por el año 1981-82. También nos cuenta de las tías que lo criaron a él y a su hermano, y cómo lograban soliviantar con blancas mentiras la rigidez de aquella señoras que aspiraban a que ese par de muchachos llegaran a ser profesionales universitarios y hombres de bien.
Las cosas eran distintas en esos años. La disciplina, la obediencia, el respeto y el buen comportamiento, eran la meta de toda familia honesta. Pero había algo más: La Dictadura. Esa que marcó la vida de Freddy Reyes y a millares de dominicanos. Para ese entonces, había que callarse muchas cosas y hacerse sordo a otras tantas. Así, el autor de este libro, siendo todavía un niño, tuvo que pronunciar un discurso escrito y amaestrado por otro, para salvar a la familia de mayores inconvenientes.
Freddy Reyes narra episodios y anécdotas con tanta naturalidad como se daba por el pueblo los paseos en bicicleta. Paseos para pasar ante la casa de la muchacha a la que se pretendía enamorar, como también cuando que se vio obligado a usarla para ir de su casa, a las cinco de la mañana y llegar a tiempo, a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio. De no hacerlo, podía costarle la cárcel, sin derecho a réplica. Muchos recuerdos que compartimos en miedo y terror, como cuando pasaban por la noche los carritos cepillos y a una se les paralizaba el corazón, y al otro día, el vecino apresado, aparecía muerto y tirado en la cuneta.
En El Paseo, como si fuera en bicicleta, Freddy nos lleva también por libros y poemas, por frases históricas y filosóficas, personajes presentes y otros idos. Hay un capítulo que me dejó con la boca abierta: En el que cuenta de cómo la amistad con un joven médico nazi, algo increíble, salvó la vida de Pichirilo y otros marineros. El libro está como para comentarlo entre amigos saboreando una buena taza de café o unas cervecitas bien frías. También, como una guía, para quien quiera escribir sus experiencias.
Ligia Minaya
Denver, Colorado

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